Los encinares, con Q. ilex subsp. ballota, como especie arbórea dominante, son las formaciones más características de la zona estudiada. La superficie que ocupa este tipo de formación esta sujeta a un importante aprovechamiento económico (ganadero, como combustible, etc.), también es reconocido su importancia como fuente de alimento y refugio para muchas especies animales, como protectores y formadores de suelos y su relevancia paisajística; lo que otorga a los encinares un gran valor ecológico. La encina manifiesta una extraordinaria plasticidad ecológica (soporta los rigores del largo periodo de sequía estival, resiste los fríos invernales y coloniza los suelos más pobres, siempre que no estén encharcados. La clave de esta rusticidad reside en una serie de adaptaciones fisiológicas y morfológicas relacionadas en gran medida con la esclerofília (gruesa cutícula, disposición de estomas en el envés, alojados en depresiones, el cierre estomático al medio día y el potente sistema radical, son entre otras, modificaciones encaminadas a reducir las pérdidas de agua por transpiración y evitar el calentamiento excesivo de las superficies fotosintéticas.
Dependiendo de la altitud, la encina va acompañada de un cortejo florístico diferente, lo que permite distinguir tres tipos de encinares. Hasta los 900 m de altitud se da un encinar de gran riqueza florística, en el que la encina aparece acompañada de árboles como algarrobos y acebuches. Aparecen dos estratos arbustivos, uno de porte elevado y otro de menor talla. Hasta los 1400 m nos encontramos un bosque con cortejo florístico diferente, donde las especies acompañantes son matas leñosas y algunos arbustos de pequeña talla. Y en las partes más altas, muy escasamente representado, nos encontramos el encinar con Acer monspessulanum, Sorbus aria y Paeonia broteroi.
Enhorabuena por tu blog, ya queda poco para que florezcan las primeras orquídeas del año. Seguiré tu blog con atención, ya en mi blog tienes un enlace
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